Rompe el alma el
regocijo viendo florecer de nuevo la ternura, refrescando los olores
almacenados en el olvido, entre amores de inocencia y la naturaleza pura, entre
seres conocidos a pesar de los abismos, que en esencia son la gota que remonta
nuestra historia, y que lleva en sus entrañas un pedacito de nosotros mismos.
Rompe el alma la distancia, con sus puntos y sus rayas trazadas por egoísmos,
rompe el alma no tocarles, disfrutando de lo lindo, viviendo cada gracia desplegada
en el camino, aunque feliz por el prodigio,
rompe el alma en dulce lágrima, por no
tenerles conmigo.
MARIO MARTIN
25.03.2018
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