Me traslado en mi
memoria a la guardia de una noche, en que el turno nos tocó por iguales, y al
relevo, en improvisada cuadra de aquel recinto histórico, quedamos juntos en
penumbras, entre tantos combatientes acostados, fluyendo en el torrente prohibidas
ganas, oyéndose latir los corazones, terminando a los frenos dando al traste,
para darnos el permiso y prodigarnos, el desesperado beso en un abrazo, desatándose así
los huracanes, deseando desnudarnos, con lamento de no estar solos, para tener
que conformarnos, y circunspectos, en silencio pulcro, hacernos el amor… con sus
gemidos mudos… poco a poco…hasta alcanzar la cúspide, sin quedar extasiados, quedando
en nosotros, como momento congelado, hacernos el amor en el estrado, de escenario tan solemne y majestuoso.
MARIO MARTIN
07.02.2020
Para el amor cualquier lugar es bueno cuando le manda el corazón, pero si es la cabeza la que manda ya es otra cosa.Saludos
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