Avatares en mi
vida, aunados a vicisitudes de esta extraña guerra, disiparon el contacto con
mujer tan bella, una madre Vieja que al perder la mía vino por ella… Mi encantadora
Vieja, mi Vieja Dora …que hoy me emociona el alma, al saber de ella, y al hablarle
en su senilidad reconociéndome me bendijera, para brindarnos en su lucido instante
el amor que en nosotros la vida tejiera…para luego regresar a su mundo, quizás a
la cumbre, en aquella casa vieja, con el cantar de su lora, sus matas y el Oso,
el fiel compañero a quien amaba aunque a veces la mordiera…y así quedarme imbuido
en la nostalgia, entre alegrías y tristeza, empañando mi pena una lágrima por
no haberla disfrutado antes de perderla en su cabeza.
MARIO MARTIN
20-02-2020
Muy emotivo tu poema y te confieso que se me ha escapado alguna lágrima porque me ha hecho pensar en algo personal.Saludos
ResponderBorrarEsas manos me traen el recuerdo de otras manos que perdí hace tres años. Me has emocionado.
ResponderBorrarFeliz día.
Un abrazo