La golondrina conoce el calendario, divide el año por el
consejo de una sabiduría innata. Puede prescindir del aviso de la luna
variable.
Según la ciencia natural, la belleza de la golondrina es
el ordenamiento de su organismo para el vuelo, una proporción entre el medio y
el fin, entre el método y el resultado, una idea socrática.
La golondrina salva continentes en un día de viaje y ha
conocido desde antaño la media del orbe terrestre, anticipándose a los dragones
infalibles del mito.
Un astrónomo desvariado cavilaba en su isla de pinos y
roquedos, presente de un rey, sobre los anillos de Saturno y otras maravillas
del espacio y sobre el espíritu elemental del fuego, el fósforo inquieto. Un
prejuicio teológico le había inspirado el pensamiento del situar en el ruedo
del sol el destierro de las almas condenadas.
Recuperó el sentimiento humano de la realidad en medio de
una primavera tibia. Las golondrinas habituadas a rodear los monumentos de un
reino difunto, erigidos conforme una aritmética primordial, subieron hasta el
clima riguroso y dijeron al oído del sabio la solución del enigma del universo,
el secreto de la esfinge impúdica.
BIOGRAFÍA
José Antonio Ramos Sucre, nació
en Cumaná, Estado Sucre, el 9 de junio de 1890. Innovador
poeta, uno de los primeros venezolanos en cultivar el poema
en prosa, así como el uso de varias voces poéticas, en lugar de
limitarse a la tradicional voz de un "yo" único e inmutable.
Hijo de Jerónimo Ramos Martínez y
de Rita
Sucre Mora, sobrina del Gran Mariscal de
Ayacucho, Antonio José de Sucre, Ramos Sucre aprendió sus
primeras letras en Cumaná, y en 1900 fue enviado a Carúpano para ser educado
por su padrino y tío paterno, el presbítero e historiador José
Antonio Ramos Martinez, quien lo inició en el latín y los
libros, pero también le apartó de los juegos infantiles.
En Caracas estudió Derecho y Literatura en la Universidad
Central de Venezuela, obteniendo en 1917 el grado de Doctor en
Ciencias Políticas, a la vez que sumaba a los idiomas que ya manejaba, el
portugués, el sueco, el danés y el holandés. Durante 14 años desarrolló una
amplia labor como docente, y ya desde 1911 se había dado a conocer como poeta
publicando en casi todas las revistas y diarios, donde aparecieron al menos 108
de sus poemas en prosa.
Reunió su obra en Trizas de papel, Sobre
las huellas de Humboldt, ambos integrados a La
Torre de Timón. En 1929 publicó juntos dos libros distintos, Las
formas del fuego y El cielo de esmalte.
Hombre de carácter solitario
e introvertido, dedicó todo su tiempo al estudio, a la lectura y a su obra
poética, pero su labor intelectual se vio seriamente afectada por una
enfermedad nerviosa, cuyo síntoma más notorio era un insomnio pertináz. En
estado febril recorría las calles de la ciudad en horas nocturnas, buscando un
sosiego que su mal le negó, vivencias que registró en sus textos, en los cuales
expresó el sufrimiento que le causaba una fatiga mental cada vez más
pronunciada.
Para buscar aliviarse de su mal, aceptó viajar a Europa, pero no
encontró sanación, y el 13 de junio de 1930,
en la ciudad de Ginebra (Suiza), se suicidó ingiriendo una sobredosis de
veronal.
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