Tormenta copiosa escoltada por el
viento, flashes estruendosos desviando causes, sublevación de aguas haciendo
ríos las calles, obligando esperas del escampe, me propician centelleante de mi
padre una frase ¡Prefiero caer, que estar guindando!, como lección de años
transitando y su valentía en aceptar los cambios. De repente, abstraído, me
siento por un Ángel observado, quedando cautivado en su mirada, mantenido bajo
el pretil de una fachada, por turbulentas aguas separado. Gritos en silencio nos
mandamos, deseando del frío cobijarnos, desahogando del alma sinsabores, en
monólogo de dos voces preguntando, para conocer... si juntos seguimos transitamos,
pero... cesa el agua y sus rigores, desvaneciendo los encantos, y así, lograr reconocer lo qué estoy necesitando: soltar los dedos anclados al filo, cayendo
entre tinieblas, los miedos disipando, para descubrir que “el precipicio” no
es tanto, que lo oscuro y temerario, son imaginarios.
MARIO
MARTIN
27-09-2010
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de Internet
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