16 sept 2015

A MI ESPOSA AMADA


Mi vida, Ligia Sorrentino, ahora mi esposa amada, una vez mas en nuestra historia los emblemáticos sonidos, sonidos remontando el espacio y el tiempo, sonidos presentes que marcaron nuestro rumbo, como aquel de, él mirar hacia arriba y abrir los ojos para disfrutar de las cosas buenas que tiene la vida, de un pedacito de cielo, con tu peinecito peinándote y el agua aún en el cuerpo, que junto a la luna y el viento, fueron despertando mis celos, donde tú, mi Gitana, me embelesaste con tu pelo, tú cara y tu cuerpo, para dejarme loco enamorado, haciéndome palpitar el pecho y sudar mis manos, para hablarte sin hablarte, mirarte sin mirarte, sin sentirte sintiendo que sin quererte te quiero, para fluir contigo en notas del misterio, en el balcón en qué posaste como un ángel, para sin saberlo, sentir el regocijo de celebrar el encuentro de dos almas, que estando extraviadas buscábanse ansiosas a través del Universo, y que juntas por siempre quedarían conectadas en “una llamada para decirte que te quiero”, como un acorde más de los tantos presentes en lo nuestro, con que nos trajo aquí el amor eterno, saliendo siempre ilesos, superando borrascas de la mente presa de los Egos, tormentas, abismos y desiertos, intrigas fundadas en prejuicios y valores de este mundo inhumano, ocupando estos cuerpos, pero que no lograron hacer naufragar nuestros designios, gracias a este amor genuino y puro, con que hoy fortalecidos, venimos a consagrar en el altar el ser felices que merecemos, recibiéndote de manos de nuestro fruto, con la bendición de los cielos, al son de un Ave María simbolizando el corolario de esta historia que seguirá existiendo, después de abandonar este mundo, y sigamos amándonos eternos, entregándonos el alma en un beso.


 
Mario Martin 
28.08.2015

Dedicado a mi esposa en el día de nuestra boda

13 sept 2015

SELVA DE LUNA


Entre aromas de pino ardiente y toques de campanario, la selva en su negrura brinda la luna con su miel de durazno, alumbrando los postigos del consagrado espacio, construido en madera pura con exquisito gusto dominando las alturas, para brindarnos el mágico lecho de acolchadas telas y acobijar nuestros cuerpos en tan sublime acto, entregados por entero en preludio de ternura, recorriéndonos a besos, endulzando nuestros labios, consumando ansiadas promesas que aguardaron treinta años, resumidos en una noche, en el mismo espacio,  por la magia del amor que por designio nos profesamos, tocando las estrellas tras el corsé desatando, bebiéndonos el cielo en pieles cabalgando fundidos como uno, gritando al infinito con el gozo de amarnos, quebrantando los silencios de la selva negra, bajo luna con miel de durazno.  

Mario Martin

13.09.2015