Se soltó ahora la soga y anda libre por
los mares, donde regó su semilla floreciendo latitudes con su amor de litorales,
tras cinco décadas en que no pudieron ingerir la madura fruta en dignidades cosechada, gusanos de la rapiña que en su cesta de excrementos enloquecen en
aquelarre, al ver al viento hinchando
velas de Bolívar y Martí sobre su nave.
MARIO MARTIN
17.12.2014
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