Llevado
por la brisa a confines infinitos, en remolino de sobrevivientes naufragios,
ilesos, siguiendo instintos del alma en su sustento, tras el aroma divino que
alimenta el espíritu y embriaga la sed, en mezclas milagrosas de exuberantes
aromas de frescas yerbas y un café, matizados en un tango con alma llanera que
saludan al alba con mágico encuentro, de afines, en momento dedicados a ser,
viviendo plenos, sin preguntas ni respuestas, disfrutando la existencia en un
nuevo amanecer, que entre cálidas sábanas despierta en ganas de entregarnos
íntegros, al deleite de alfajores mojados en sorbos de un mate y un café.
MARIO MARTIN
21.04.2015
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