Parece mentira, jugarretas del destino nos remuevan con celadas la calma conquistada, al sorprendernos, desatando torbellinos con fechas marcadas, anudando la garganta, nublando las ventanas, juntando salpiques en gotas escurridas del alma, unas dulces, celebrando el deseado envejecer juntos con copas que brindaron corolarios por metas logradas, otras amargas, por lo efímero del sueño, juntándose con ello dos fechas en una lágrima, el regocijo del recuerdo y el dolor del no haber sido.
MARIO MARTIN
16-07-2016
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